Sunday, January 27, 2008

Respecto al clima

Ni común, ni corriente

Aquel no era un día común y corriente.
Durante la noche había soñado que Mel Gibson le faltaba al respeto y luego, un sueño del fin del mundo que implicaba un virus esparcido entre la población, caos en la ciudad, animales salvajes en la calle, pocos sobrevivientes y escasez de alimentos, en fin, la versión más quemada del fin del mundo.
Despertó deseando soñar historias originales, nuevos actores, y la posesión de dotes para las artes marciales, en caso que algún "wannabe" director católico le faltara al respeto de nuevo.
En los clásicos del cine, el protagonista se despierta y lo primero que escucha es el canto de los pajaritos, (con excepción de los clásicos del cine mexicano, donde el canto pertenece a un gallo). En Tierra Cálida, se despierta bruscamente con el canto de una sirena, o con el molesto sonido que produce un chamizo al rodar. Se despierta con cruda. Pero nunca, jamás en tiempos de Al Gore, se despierta con el sonido de una abundante lluvia. Pero aquel no era un día común y corriente.
Llovía a cántaros a plenas 10 de la madrugada, cuando las cachoras procuran su baño de sol. Llovía sin tregua, en una ciudad donde el alcantarillado como sistema de desagüe es una leyenda urbana, y que si existiera como tal, con toda seguridad se habría vivido hace décadas la tragedia de "La Cosa".
"¡Maldita globalización!", pensó.
Hasta ese día, atribuía todos los males de la humanidad a 3 fenómenos: la globalización, el calentamiento global y Slim. Los cambios climáticos, por supuesto, correspondían al calentamiento global. Pero aquel no era un día común y corriente.
Tan ni común ni corriente era aquel día, que al bajar de la cama, encontró sus pantunflas en su lugar, el control de la televisión en la mesita de noche y un documental sobre la vida y obra de Karl Marx en la televisión pública.
Tan, tan ni común ni corriente era aquel día, que, al bajar a la cocina, encontró sobre la barra una carta del comité de vecinos donde hacían una invitación para reforestar el parque infantil y las calles del fraccionamiento.
Tan, tan, tan, pero tan ni común ni corriente era aquel día... que sintió ganas de bañarse (consciente de que la lluvia habría apagado el boiler y no habría manera de prederlo hasta que se detuviera).
Tan, pero tan, pero tan ni común ni corriente era aquel día, que el desayuno estaba servido en la mesa, con postre y una nota amorosa de la mamá.
No era un día común y corriente aquel. Con una extraña sensación de entusiasmo, se dispuso a engullir sus waffles (desayuno nada común y corriente), pero entonces ocurrió de súbito, como todas las cosas malas en la vida, que salió el sol.
Sólo entonces comenzó a ser aquel... un día común y corriente.