Wednesday, May 20, 2015

Se nos adelantaron dos grandes

Era un buen hombre, mi tío Lalo, cuñado de mi padre. 
Quizá no fuera del tipo diplomático que saludaba pomposamente al verte llegar, ni hiciera "smal talks" para mostrarse intereasdo en tu vida, pero sí que respetaba, discretamente y a su modo. Pasados los años entendí que hasta era capaz de admirar. Era pues, mi más grande -y quizá único- fan. Dice mi tía Carmen que solía ir por el ejido Janitzio diciendo a quien sostuviera un periódico "La Crónica" en las manos, que su sobrina Sandy trabajaba ahí; y si disponían de cinco o diez minutos, les presumía orgulloso alguno de mis videos.  A mi nunca me dijo nada, cosa curiosa, pero así era él. Los fines de semana era él quien ponía el ambiente, y su repertorio musical me parecía, de verdad, increíble: desde los íconos del Rock Clásico, pasando por Renato Carosone, hasta llegar a Margarita La Diosa de la Cumbia.   
Entre semana se le podía ver por el ejido en su pick-up negro llevando a mi tía Carmen y a Doña Juanita, mi abuela, a hacer algún mandado, o simplemente "dando el rol". Apasionado de la tecnología y de los gadgets -aunque nunca usó ese término- estableció el único café internet del ejido. Y siempre, desde que tengo memoria, tuvo consigo una cámara de video. Me habría gustado ver lo que a través de ella registró. No pude evitar incluirlo en este video hace un par de meses, a modo de broma, espero que lo haya tomado así: https://vimeo.com/119484721.


¡Qué decir de mi tío Armando! Hermano de mi madre, siempre fue el aventurero de la familia. Por años he sentido que llevo un poco de él en mí: esa urgencia de no estar en el mismo lugar por más de 6 meses. Compartía esa característica con mi bisabuela, quien fue también una viajera, la primer mujer que se atrevió a dejar Mocetzuma, Sonora, para buscar un mejor futuro, según cuenta la leyenda, claro. Por mucho tiempo fue trailero, quizá la profesión que le hizo más feliz. Aún recuerdo su tráiler, siempre estacionado en la Colonia Hidalgo, y la misteriosa cabina que se separaba el asiento del conductor por una cortina, donde, siendo niños, mis primos y yo solíamos subirnos a hacer diabluras y jugar a que no estábamos ahí, a que nos íbamos a recorrer las rutas gringas de él. Si bien, su profesión y espíritu aventurero le urgían a dejar el nido tanto tiempo como fuera posible, algo hizo bien mi tío Armando para criar a 3 niñas y 1 varón que crecieron para convertirse en ciudadanos de bien... ellos, con mi tía Mary, son una de las familias más luchonas y unidas con las que he tenido el placer de convivir.

Se nos adelantaron dos grandes, que alguna vez fueron amigos entres sí. Pero tengo la certeza de que vivirán a través de la voz de sus seres queridos: relatando sus aventuras a través del tiempo, hasta que llegue el momento de que nos les unamos; entonces alguien más deberá escribir sobre nosotros. Descansen en paz.  

3 comments:

Sandraida said...

En apariencia se han ido, pero permanecerán para siempre en nuestra mente y nuestro corazón.

Vladimir di Britannia said...

Las personas no dejan de existir ni estar vivas, solo mueren hasta que uno se olvida de ellas...

Vladimir D. B.

Unknown said...

Definitivamente 2 Iconos de nuestra infancia, mi tío Armando, el eterno compañero de aventuras y travesuras de mi mama recuerdo que siempre nos asustaba y nos regalo al que fuera (al menos para mi) el mejor perro duque tuvimos, nos cuido mucho tiempo de nuestra niñez con el y mis primos crecimos un buen rato; y mi tío Lalo ( al cual nadie nunca lo llaman por su nombre, Eduardo) laloquera le decía mi papa, o el chivete, siempre fue como un rival de cartilla con mi papa.